lunes, 30 de mayo de 2011

EL SEÑOR DE LA GUERRA

         

          SO WANG...tal como era su costumbre, se despertó con el alba. Se desperezó mientras observaba a través de los cortinados, como intentaba abrirse paso en el firmamento el sol de otoño...

          Hoy no es un día como todos,-pensó-, mi muchacho va a cumplir l8 años...No pudo menos que recordar con una sonrisa de gozo, cuando su indigna esposa, luego de haberle dado tres niñas, finalmente le anunció el nacimiento del tan esperado hijo varón....

          SO WANG era un Señor de la Guerra...lo que equivalía decir que en aquel inicio del siglo veinte,era el amo y señor de un trozo importante de territorio, a cuyos habitantes les imponía su absoluta voluntad...y de quienes vivía...El era un eximio guerrero.Poseía un muy bien entrenado ejército, que había apuntalado siempre su afán de conquistas y de dominio...

          Sin embargo, el devenir de los años,-implacables-, lo habían obligado a detener sus avances sobre otros señores de la guerra. ¡Finalmente mi hijo será quien lo lleve a cabo!,-se animaba-, porque lleva en sus venas mi misma sangre guerrera y mi poder de mando...Además...¿Quien podría tener un mejor maestro que yo, para adiestrarlo y hacerlo un señor de la guerra exitoso?...

          SO WANG era hijo de un rústico campesino, que amó profundamente la tierra que trabajaba. La aró hasta con sus manos desnudas, porque se decía: "La tierra es tan hermosa que merece que todos los días se la acaricie"...En su fuero íntimo So Wang menospreciaba a su progenitor...y sentía un franco desprecio por sus dos hermanos, que juntaban grasa en sus abultados abdómenes,en las casas de té y detrás de los mostradores de sus prósperos negocios en la gran ciudad...

          Mientras terminaba de acicalarse, volvió a sonreír..."el tiempo ha pasado para mí...,reflexionó-,ha llegado ahora el momento de quien me va a continuar"...Por un momento entornó sus ojos aún somnolientos, y vió a su hijo montado en briosos corceles, vencedor de cuanto señor de la guerra se interpusiera en su camino....y logrando para él su inconcluso sueño de expansión....

          Pero por otro lado su hijo lo tenía perplejo...A menudo se ausentaba del castillo y se lo veía vagando por las campiñas...hablando con los labradores del lugar...abstraído en la contemplación de las mieses que doraban el suelo fecundo...

          Hijo mío,-le dijo por fin-,estás perdiendo el tiempo vagando por allí, quitándole espacio a tu aprendizaje...hoy,por ejemplo, desairaste a tu profesor de esgrima...no has tocado tu sable..no has montado tu corcel, ni estuviste con tu instructor de estrategia...¿Cómo te atreves a desobedecerme así?...¡Dime!...¿Que es lo que te ocurre en realidad?...

          Padre mío...¿me pernitirías hablar con sinceridad?...¿Me autorizas a expresar lo que siento?,-dijo el joven-.

          El  padrem a punto de perder la paciencia le responde: ¡No sólo te autorizo...sino que te exijo que te expliques!...

          Luego de un momento de silencio que pareció una eternidad..el joven miró a lo lejos...y con una voz que parecía brotar desde el fondo de su alma...comenzó a hablar: Padre...tu y yo amamos la tierra...pero de manera muy diferente...Tú la sueñas como un espacio a conquistar...la imaginas cubierta con la sangre y los cuerpos de tus enemigos...Sus sonidos son para tí el retumbar de los cañones y el entrechocar de aceros...Yo en cambio la veo cubierta de estíos...¡plena de mieses!. Me subyuga su fecundidad...me reboza el corazón verla devolver en frutos la pequeña semilla que cae sobre ella...Me embeleza el canto de sus aves y la serenata constante del silbido y las canciones de sus labriegos...Tú, padre mío, anhelas hollarla con las botas de tus hombres y con las máquinas de guerra...yo en cambio siento el inmenso placer de andar descalzo sobre ella para sentir su beso en mi piel...

          SO WANG sintió una profunda congoja.  Reponiéndose un tanto, atinó a balbucear: Pero....hijo mío...¿Como puede ser?...prefieres la oscuridad de un aldeano agricultor al esplendor de las conquistas  y el fervor de las victorias?¿Es que acaso no te das cuenta de la chatura de esa existencia?...

          Si tú me lo ordenas,replicó el muchacho-,yo he de obedecerte...Lucharé por las conquistas que anhelas..Pero eso nunca podrá hacerme feliz!!!

          El Señor de la guerra se encerró en su cuarto con una furia infinita...Luego, poco a poco, se fué serenando. Levantó su rostro y vió en la pared una pintura con la faz de su anciano padre...Le pareció que la sonrisa del viejito taimado, era más inmensa ese día...Finalmente él también sonrió y le dijo: ¡Está bien viejito ladino!...¡Me has robado a mi hijo!...Lo que no lograron sofisticados ejércitos, lo han conseguido tus genes...¡Me has derrotado y me has pegado donde más me duele!...¡Será nomás como lo planeaste desde la eternidad!

          Entrecerró sus ojos, mientras le parecia escuchar la voz de su padre, que desde el arcano le decía: "No hijo...no he sido yo quien te quitó tus sueños...Quien te ha vencido ha sido ella...Ella, que cuando se la ha conocido se la ama para siempre"...Ella..."LA BUENA TIERRA"